Las Mil y una Leches
De repente otra vez el verano, toca hacer maletas para pasar un mes entero en Arties.
Cada año se repite la misma historia la de escoger ropa de los armarios, que si esta blusa me la pondré los lunes con este pantalón, que si además irá con este bolso y sandalias monísimas a juego con una pulsera y pendientes muy veraniegos y así montones y montones de ropa y cachivaches, con los que llenamos maletas, bolsas , bolsitas, cajas, mas las cámaras de fotos, lentes, lentejuelas, ordenadores portátiles etc.... que logramos encajar , en un ejercicio similar al juego del Tetris, no en un coche sino en dos; si sí dos coches para tres personas, cientos de kilos de equipaje y eso que este año mi hija pequeña no venia y mi bici se quedó en casa.
...y felicitándonos mutuamente por haber conseguido batir el record de equipaje del año pasado.
Luego ocurre que nos pasamos los dias con el mismo pantalón corto, la misma camiseta, el mismo jersey y las chanclas, alternándolo con el bañador y la toalla, por supuesto la ropa interior no es la misma cada dia y quede claro que la otra también se lava, pero menos.
Porque el verano está para eso , para hacer lo que a uno le viene en gana, y a mi me apetecia mucho conocer nuevas montañas, senderos y ver paisajes mas lejanos que los que hasta entonces había conocido del valle.
Hice la pregunta ritual de cada año a mi santo nada mas desembarcar, cual naves vikingas , en casa,
.-"PAco este año te animas a caminar conmigo que voy lenta y tengo que preparar el reto de MAdeira?"
Siendo la respuesta la misma de cada año
.-"No me agobies que acabamos de llegar"
Que traducido quiere decir, "y un cuerno que vas lenta, si te conoceré"
Pero este año ya preveyendo la situación, me habia puesto en contacto con un servicio de guías de montaña del Valle, les conté lo del reto de MAdeira, reto este que desvelaré en breve, y me propusieron una serie de trayectos, en los que ir incrementando distancia y desnivel.
Así que un buen día me llama un tal Jordi que se identifica como guia de montaña de pro y quedamos para hacer una etapa del "Setau Sageth", o Séptimo Sello un día a las 7 de la mañana en la plaza de la vaca de mi pueblo.
No es que en mi pueblo una vaca posea una plaza,;la popularmente conocida como "plaza de la vaca" de mi pueblo es una plaza normal, pero con una vaca metálica subida en una especie de pedestal; lo de metálica no es por que la vaca interpréte a base de mugidos canciones de Metálica, sinó porque está hecha de trozos de hierro oxidado como si fuera el hombre de hojalata del cuento del Mago de Hoz.
Una vez allí, resultó que el guía iba acompañado de un perrito a juego, y digo a juego porque tanto guía como perro llevaban unas rastas monísimas . Lo saludé, miré al perro y me dijo que se llamaba Arán,como el Valle, nos subimos al coche y en silencio nos dirigimos al refugio de salida.
El circuito de Setau Sageth, es un recorrido de 100km y unos 9000mts de desnivel que se puede hacer en 3, 4 etapas, y que recorre los valles y montañas que rodean las antiguas minas.
Su nombre de Septimo Sello, proviene, según me contó Jordi el guía, de la cartilla de trabajo de los mineros, en las que cada día de trabajo les ponían un sello, el séptimo sello era el del Domingo el día que libraban, y de la misma manera en esta travesía circular, en cada refugio te ponen un sello hasta conseguir el séptimo que acredita que la has completado.
Yo ya había hecho dos etapas con otros amigos y ahora me proponía a hacer una de las mas duras,Honeria-Arties.
EL dia era lluvioso,el camino frondoso, con cascadas y rios, un desnivel impresionante y me limité a seguir los pasos del guía, el perrito rastafari iba entre los dos. Por el camino me explicaba , el guia, no el perrito que no hablaba nada y al que yo tampoco le dirigía palabra alguna, las historia de los lugares, las minas, y me puso nombre a las montañas que según ganábamos altura ibamos viendo.
En la lejanía vimos la silueta bajo la intensa lluvia, de un caminante, poco a poco nos acercamos , se trataba de una chica, Eva , de Sevilla nada menos, que hacia por etapas todo el circuito. A partir de ahí hicimos los 30 y pico kilómetros juntos además de forjar una amistad con Eva que aún hoy en día dura.
A esa travesía le siguieron otras, alguna de noche para acostumbrarme al reto de MAdeira, reto que desvelaré en breve, cada una me descubrió algo nuevo del VAlle y en cada una el perrito rastafari se fue ganado mi curiosidad, que no mi cariño que yo a los perros les tengo mucha aprensión, o mejor dicho les tenía, tal era el comportamiento del cánido , sin molestar, sin ladrar, ondeando al viento sus rastas.
Un dia, mientras hacíamos la segunda travesia del Séptimo sello con torna, de Conangles a Bahns de Tredós, en compañía de Mikel, un avezado montañero vasco que había subido al Aconcagua pero que ese no era su mejor día, le pregunté a Jordi por la Raza de Arán , el Perrito rastafari, ya que ignorante de mí, pensé que semejante comportamiento ejemplar al que si añadimos la egregia figura del can , sólo podía ser fruto de una depurada y escogida raza lograda a través de selectos cruces con otras de pedigri de singular alcurnia.
.-"Es de Raza Mil Leches" me respondió.
.....
Tardé unos segundos en darme cuenta que se trataba sin duda, de una aleatoria serie de cruces con otros tantos canes de la misma raza de las Mil Leches.
Se acababa el verano y visto que me habia portado como una heroína en todas y cada una de las salidas, Jordi me propuso subir un tres mil, para que el magnífico haber de mi cuenta de los tresmiles aumentase a dos.
Y así subimos al Mulheres, el guía, el perrito rastafari Arán y yo. Por el camino ví lagos con neveros, bloques inmensos de piedras, me deseperé varias veces , poniendo a prueba la paciéncia de Jordi, hasta tener allí enfrente una pequeña pared que había que escalar.
Cuando ví a Arán trepar con sus patas siguiendo a su amo, me dije que yo no iba a ser menos y tragando saliva y siguiéndole los pasos al perrito y a las instrucciones del guía , salvé la pared. Al llegar arriba nos miramos el perro y yo , acto seguido me olvidé de mi animadversión hacia los de su especie y le dí un buen tirón de rastas.
Erguida en la cumbre del Mulheres, viendo el Aneto ante mí, me acordé de los ancianos del parque, de sus adelantamientos y pensé que el reto de MAdeira estaba a mi alcance, reto este que desvelaré en breve.
Hace años, visitando el faro de Barra en Portugal, trabé conversación con el farero, un militar mas chiflado que yo por los faros, que me enseño el faro, me subió a lo alto de la torre y me regaló un libro de faros como no, a la vez que me decía que para él el mas bonito que tenia Portugal era el de Ponta do Pargo en MAdeira, en ese momento pensé que jamás lo visitaria.....