De los tres deportes a los que me dedico, muy frugalmente dicha sea la verdad, por diversos motivos entre los que tiene un lugar de honor el Troll de hace un par de relatos, está el ciclismo o el ciclismo globero,
me gustan más deportes pero a esos no les dedico ni un fugaz momento.
Salir a hacer kilómetros en bici, sola o acompañada, por carreteras de tercer o cuarto orden, sin prisas, atravesando pueblos, admirando valles , sudando montañas o surfeando al viento en las bajadas, es una delicia.
Hacia meses que no sacaba a la bici de su cuarto, estancia que comparte con la tabla de planchar , pues en mi casa nadie tiene habitación para sí solo.
Cuando entré a verla el domingo pasado , a la bici no a la tabla de planchar, a esta última sólo la visito por obligación, resulta que la primera, o sea la bici, se había convertido en perchero de ropa...ya se sabe que uno acaba pareciéndose a aquel con quien duerme.
Las camisas planchadas colgaban del manillar, sobre el sillín descansaban unas toallas dobladas y en el plato grande se había quedado enganchado un calcetín "ejecutivo" sin pareja....
Curioso lo de los calcetines, creo que tienen el record de separaciones, por más que uno se empeñe en emparejarlos, ellos tienen una tendencia natural a desemparejarse, los metes juntos en el saco de la ropa sucia y en el camino hacia la lavadora el diez por cien ya se ha separado, de los que quedan , se separan otro diez por cien de camino a la secadora..la mayoría jamás encuentran a su pareja otra vez, como mucho hacen pareja de hecho con otro de tono similar. Siempre he pensado que los calcetines se unen, no se sabe donde, a su amor secreto, que no es otro que las cucharillas de café, elementas estas que tienen una notoria tendencia a esfumarse....para encontrarse con su pareja...que no es otra que un calcetín....
El caso es que el sábado pasado me llamó mi compañera de penas y glorias triatleticas Olivia, para salir en bici, íbamos a salir con otras tres chicas, cosa inusual porque cuesta tanto encontrar chicas practicantes del ciclismo como trufas blancas en una playa, y me prometió un ritmo suave y una cantidad de kilómetros razonables.
Nos juntamos en Mirasol, Maria, Merche, Inma, Olivia y una servidora y nos juramos, no amor eterno, pero sí no apretar el ritmo.
Jamás había ido a rueda y al ir la última de las cinco, no daba palo al agua, todo el rato frenando y me daba hasta reparo ver como el resto se turnaban para tirar del pelotón. Engañada por el falso ritmo que se aprecia al final, chupando rueda como una posesa, pensé que dar un relevo seria cosa fácil y dando voces advertí que el siguiente lo daba yo.
Fue separarme de la línea de mis compañeras , darme el viento de cara y sentir una fuerza oscura que me frenaba, ¿sería esa de la que hablan los cosmólogos?, y pedaleé con fuerza hasta ponerme primera, pensando ,inocente de mí, que al llegar allí, por no sé que ley de la naturaleza, ya no tendría que esforzarme....
Pronto tuve claro que ir delante tirando es lo opuesto de chupar rueda, a los cinco segundos me preguntaba cuanto debía ser el mínimo tiempo que se debe tirar del pelotón para cumplir con honor y dignidad,... a los diez segundos me autoconvencí que con sólo cumplir dignamente era más que suficiente, el honor lo dejaba para otro día,.... a los quince segundos me dije que me traía al pairo la dignidad, ...a los treinta me giré con un dolor de piernas astronómico y confesé que estaba fundida y que no iba a dar mas relevos.....
No se lo tomaron a mal, y seguimos de dos en dos o en fila india comiendo kilómetros y charlando....
La carretera se empinó bastante allá por el km 35 y el tercer plato, hizo el papel de conducirme aunque sea a molinillo a las mas altas cumbres.
Una sombra de pájara se avecinaba justo cuando paramos a desayunar un bocata en Piera, después de 47 km, allí mis compañeras se esmeraron en que comiese y me recuperase, y cuando vieron que "la color volvía a mis mejillas" me explicaron como iba a ser el retorno....
... "-bonito pero duro."....me dije que si había que hacerlo se hacia y me dispuse a aguantar, como los faros en el mar, el embate de las olas.
Ni siquiera el arquitecto que los calcula y diseña sabe a ciencia cierta hasta que punto y de que tamaño serán las olas que deberá soportar el faro . Muchos sucumben ante las mas terribles tormentas, otros se deterioran y algunos se reconstruyen mas robustos si cabe.
Yo aguanté los casi 90 kilómetros, que todo hay que decir, gracias a un error de orientación, divina providencia, hizo que el camino fuese menos duro.
Al final, cuando te das cuenta de lo que has resistido, con piernas y cuello dolorido, y los dátiles "delicatessen" que nos dió Inma te reconfortan, te invade una sensación de calma, como la que emanan los faros después de la tormenta.
Hoy... mientras estaba en la habitación de una clínica, esperando a que trajesen adormilado a un ser muy querido del quirófano, pensando en como afrontamos lo que la vida nos depara, me fijé en un cuadro que había en la pared... al acercarme ví, atónita... que se trataba de tres instantáneas de un faro soportando treinta metros de furia, Le Phare de Four en Bretaña, instantáneas que tenia reservadas en mi ordenador para encabezar esta história desde hace días!